Un viejo amigo
me decía:
Cuando el curioso
tiene la osadía de
mirarse con los ojos
que no le pertenecen,
el corazón tiene
un alto precio que pagar;
porque hasta las miradas
más hermosas se encuentran
llenas de las dudas
más letales.
—No se preocupe usted por eso, seis vidas más tengo yo para pagarle— contesté yo.
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