inesperada que no extraña,
orgullosa dueña de ironías
y ferviente luchadora
de extremidades cruzadas;
le veo venir como otoño,
─naranja y deshojado─
que árbol viejo espera
mientras cesa
en sí el verano.
en sí el verano.
Previsibles caen las noches,
tan calladas como nunca
ya no sobran las palabras
y el silencio nos retumba.
Entonces qué hago,
diga usted sin ironías,
me le sumo a su camino
o le resto a mi alegría.
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