Que te acuerdes de mí,
que una de esas noches
te acuerdes de mí
y que al menos una sonrisa
a tu rostro se le escape,
que yo me acordaré de ti
como siempre,
como me enseñaste
o como quise aprender.
Que te acuerdes de mí
cuando vayas por ahí,
al paso, desprevenida,
entre una vitrina y otra
o cuando el frío de ti se aleje
y a mí se acerque,
porque lo hará o tal vez no,
sólo tal vez desista
y alegría me causes.
Que te acuerdes de mí
cuando donde
termina tu mano
comience la mía,
así sea efímero
el recuerdo o el anhelo,
pero acuérdate
de este tipo que amó
todos tus egos
y acuérdate
de esta historia
que vivimos,
que viviremos
o que vivamos,
porque yo jamás
la olvidaré.
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