como una ciencia,
dos y dos son cuatro,
cuatro y dos son seis.
Los he visto,
llenándose los bolsillos,
recetando curas
a lo que nunca fue
ni será una enfermedad.
No se comprende todo,
no para todo hay preguntas,
no para todo hay respuestas;
lo que es del amor
le pertenece:
defectos,
virtudes,
luchas,
bondad.
He conocido el amor como
valiente,
sufrido,
luchador,
soñador,
mujer,
niño.
Nunca genérico.
Ahora,
donde termina
la ciencia,
comienza el amor.
Dos y dos son cuatro,
cuatro y dos son seis;
después de eso
comienzas tú.
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