23 de abril de 2017

No hay mujer

Aquí, no hay mujer. Me falta.
Mi corazón desde hace días
quiere hincarse bajo
alguna caricia,
una palabra.
Es áspera la noche.
Contra muros,
la sombra lenta
como los muertos, se arrastra.
Esa mujer y yo estuvimos
pegados con agua.
Su piel sobre mis huesos
y mis ojos dentro de su mirada.
Nos hemos muerto
muchas veces al pie
del alba.

Recuerdo
que recuerdo su nombre,
sus labios,
su transparente mirada.
Tiene los pechos dulces,
y de un lugar a otro
de su cuerpo
hay una gran distancia:
de pecho a pecho
cien labios y una hora,
de pupila a pupila
un corazón, dos lágrimas.

Yo la amo hasta
el fondo de todos
los abismos,
hasta el último vuelo
de la última ala,
cuando la carne toda
no sea carne
ni el alma sea alma.
Es precioso amar.
Yo ya lo sé.
La amo.

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