17 de junio de 2017

Una percepción muy mía

En una percepción
muy mía, me gusta
que tu piel encierre
los milagros naturales
del paisaje a campo abierto;
me gusta cuando, por ejemplo,
las estaciones del tiempo
marcan con fervor tu cuerpo;
los veranos en tu sonrisa,
cálida y despejada;
el otoño en tus manos,
como árbol convertido en libro;
el invierno en tus pies,
congelados cada noche en cama;
o la primavera en tus ojos,
esos que nacen con cada mañana.

A veces también contemplo
las nubosidades de tus pensamientos,
y qué pesar cuando traen la lluvia
que desciende por tus mejillas,
pero me gusta cuando la justicia
sale con el sol que da luz a tu ventana.
Los eclipses los conocí con tu cuerpo,
trasnochando el tiempo de cada velada;
ir contigo era un viaje que el mundo
emprendía hacia mí y viceversa.

Cuántas ciudades habré conocido
del beso en tu frente a la caminata
de mis dedos bajando tu espalda;
pero mi ciudad favorita son tus labios,
cuando se vestían de rojo en pleno
atardecer nada se les comparaba.

Al final, se trata sólo de
una percepción muy mía,
qué paisaje parece tu cuerpo
y qué bonito que estés en mis días.

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